
Abaddona era un serafín perteneciente al Orden de los Tronos. Tenía la apariencia física de un jóven muchacho. Se asomaba tímidamente desde una nube para ver el crepúsculo y el alba.
Sus mejores amigos Astaroth y Asbael siempre andaban junto a él. Astaroth, el mayor de los tres, estaba encargado de la Filosofía, la Vanidad y la Pereza. Asbael tenía las habilidades en todo lo referente de lo que a sentimientos y emociones se trataba.
En un tiempo crítico en la Tierra, Dios o el Arcángel Miguel mandó a Asbael a tranquilizar y apaciguar a los seres humanos, tiempo en el cual Astaroth aprovechó para convencer a Abaddona a unirse a la facción que intentaba enfrentarse a Dios. Abaddona aunque confundido, confió en las palabras de su supuesto amigo.
Al comenzar la Primera Guerra del Cielo, Abaddona se dió cuenta del error que había cometido al pertenecer a ese bando. Aunque no participó de manera directa en el enfrentamiento, fué desterrado de los cielos, junto con Astaroth y Asbael. Estos, cuando estaban en el inframundo, pelearon hasta la muerte, proclamándose vencedor Astaroth. Abaddona lloró amargamente la muerte de Asbael y resentido fué a las puertas de los Astros a pedir clemencia.
Para su desgracia no creyeron en él. Arrepentido no quiso volver al Infierno, por lo que no le quedó más remedio que refugiarse en este mundo. Perdió sus poderes, pero se aferró tanto a su antigüa vida y a estos, que todavía conserva su apariencia de Ángel Caído. Mantiene su rostro angelical, aunque sus alas, antes verdes, ahora son negras, cubriéndose con una túnica.
Permaneciendo en la Tierra como espectro o ser inferior meditó y llegó a la conclusión de que todo fué su culpa, ya que si no hubiera aceptado la proposición de Asbael, este seguiría vivo y él seguiría siendo un Ángel superior. Por eso y por otras muchas cosas Abaddona comenzó a pensar de manera diferente, mucho más desconfiado, pesimista y paranoico.
Se dice que Abaddona es el ser que tienta a los jóvenes a suicidarse, haciéndolos sentir culpables de todo lo malo que pasa, atormentándolos, humillándolos, hasta que pierden la cordura y terminan por autoeliminarse.
Decisiones acertadas, poder, arrepentimiento, sentido de culpabilidad, saber elegir el momento adecuado..
El arrepentimiento es mucho más amargo cuando está totalmente fuera de lugar, aunque con una dosis adecuada de delirio y paranoia puede convertirse en un cóctel explosivo de arrogancia y locura.
Una gran historia para un gran comienzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario